Reestructuración bancaria

Las tres ideas que le vendieron a Oliu para apostar por la fusión de Sabadell con BBVA

La ecuación y el gobierno corporativo eran las claves de la operación

La fusión con BBVA iba a despedir a 6.000 empleados, y ahora Sabadell planea nuevas bajas en solitario

BBVA, Banco Sabadell, Carlos Cuerpo, Carlos Torres, Josep Oliú
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Detrás del fracaso de las conversaciones para una fusión entre Sabadell y BBVA hay muchas historias y, sobre todo, una pregunta: por qué se embarcó en ellas el banco catalán para después romper la baraja. Según fuentes cercanas a la entidad, los asesores de su presidente, Josep Oliu, le convencieron de tres ideas que hacían la operación muy atractiva para él, pero que se demostraron falsas nada más iniciar las negociaciones.

No está claro si estos asesores eran internos o externos a la entidad. La primera de estas ideas era que contaba con la complicidad del vicepresidente del BCE y muñidor de la anterior concentración de la banca española (junto con el rescate), Luis de Guindos, para que BBVA fijara una ecuación de canje que no pareciera un rescate. Es decir, que iba a interceder para que Carlos Torres ofreciera una prima sobre la cotización a los accionistas de Sabadell como ha hecho CaixaBank con los de Bankia.

La segunda idea se refería al Gobierno corporativo. Como publicó OKDIARIO, Oliu solicitó a Torres una copresidencia -aunque no fuera ejecutiva- del banco fusionado. De nuevo, los asesores del banquero catalán confiaban en Guindos para apoyar esta fórmula, según las fuentes consultadas. Otras fuentes del Sabadell, en cambio, niegan que nunca se llegara a plantear la copresidencia porque Sabadell no supondría más del 12% del capital de la entidad fusionada.

¿Por qué iba el BCE a respaldar esta copresidencia? Por la espada de Damocles que pende sobre el consejo de BBVA y que ya forzó la dimisión de su anterior presidente, Francisco González: el caso Villarejo. Según esta tesis, el supervisor no querría arriesgarse a una imputación de Torres (o de todo el consejo) en la Audiencia Nacional, que le obligaría a dimitir y dejaría descabezado al segundo banco de España. Y si fuera imputado todo el consejo, tampoco sería posible nombrar presidente a otro miembro de este órgano. Ante esa situación, una copresidencia de Oliu le permitiría asumir la cabeza de la entidad aunque fuera de forma temporal y se eliminaría ese riesgo.

Esto enlaza con la tercera convicción que tenía el presidente de Sabadell para embarcarse en la fusión, siempre según las fuentes: que Torres iba a ser imputado seguro, tal como se está desarrollando la instrucción del caso. Algo que se habría visto reforzado por la reciente declaración del exdirector de riesgos, Antonio Béjar. No obstante, otras fuentes judiciales se muestran mucho más escépticas sobre esta hipotética imputación.

Torres echa por tierra las expectativas

Sea como fuere, Oliu se embarcó en las conversaciones confiando en que estas tres circunstancias eran posibles, amén de la presión del supervisor para que la banca española se concentre y del deterioro de la morosidad que va a experimentar por la pandemia en un entorno de nula rentabilidad por los tipos negativos.

Pero rápidamente quedó claro que Torres no estaba por la labor de aceptar las dos primeras concesiones y que Guindos tampoco iba a presionar al presidente de BBVA para que cediera en sus posiciones. Como ha venido informando este medio, BBVA ofreció a Sabadell una ecuación de canje de una acción del banco vasco por 8,7 del catalán, muy lejos del 1 por 7,5 que Oliu consideraba el mínimo aceptable (y que suponía una prima del 25% para sus accionistas).

Y tampoco se cumplieron las expectativas generadas por sus asesores en cuanto a gobierno corporativo, ya que Torres solo le ofreció una vicepresidencia no ejecutiva, y ni siquiera la primera (habría sido la segunda o la tercera). Ni siquiera la amenaza de la imputación permitió que Oliu ocupara un puesto más alto; si llega a darse el peor escenario judicial para BBVA, será el propio banco quien lo gestione con o sin una fusión.

A esto se sumaron las presiones del número dos de Torres, el turco Onur Genç, para utilizar el capital obtenido con la venta de la filial de Estados Unidos en adquirir el 50% que no posee de Garanti, la entidad de origen de Genç. Asimismo, se ha planteado incrementar su exposición en México y realizar una gran recompra de títulos en mercado para retribuir a los accionistas, que es lo que prefieren los inversores. Desde el principio, parte del consejo y muchos directivos de BBVA se opusieron a la operación de Sabadell.

Oliu rompe rápidamente para evitar una lectura negativa

Ante este rechazo, Torres la planteó únicamente como una adquisición (no una fusión) y en unos términos más cercanos a un rescate que a una fusión entre iguales. Y viendo esta actitud y que sus expectativas no iban a cumplirse, Oliu decidió romper las conversaciones y esperar una oportunidad mejor.

Además, forzó esta ruptura muy rápidamente en vez de esperar al final de la due diligence, prevista para las primeras semanas de diciembre, para que nadie pueda decir que BBVA se había asustado al ver las tripas del banco. «Había cierto temor por si el mercado interpretaba que la retirada de BBVA se debía a que lo que había visto en la due diligence (examen en profundidad de las cuentas) le hacía huir de Sabadell. La gente pensaría qué habrán visto estos para salir corriendo, y todo el mundo vendería en Bolsa», señala otra fuente del mercado. La jugada le salió bien, puesto que la caída del valor fue muy inferior a lo que se temía.

Ahora, Sabadell va a presentar un nuevo plan estratégico en el que incluirá una importante reducción de plantilla y de oficinas, y venderá cuanto antes el británico TSB y su unidad en México. Asimismo, tiene la puerta abierta a un ‘caballero blanco’, papel para el que ya se han ofrecido Abanca y Cerberus.

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